El Santo Padre recibió a los miembros del Pontificio Colegio Pío Latinoamericano, que celebra el 160 aniversario. Es de los pocos Colegios romanos que su identidad no se refiere a una Nación o carisma, sino que busca ser el lugar de encuentro, en Roma, de nuestra tierra latinoamericana, dijo el Papa, la Patria Grande como gustaban soñar nuestros próceres
El Papa jesuita recordó la labor de la Compañía de Jesús en el Colegio Pío Latinoamericano. Una de las notas distintivas del carisma de la Compañía es la de buscar armonizar las contradicciones sin caer en reduccionismos. Así lo quiso san Ignacio al pensar en los jesuitas como hombres contemplativos y de acción, hombres de discernimiento y de obediencia, comprometidos en lo cotidiano y libres para partir.
La misión que la Iglesia pone en las manos de este colegio, pide al Colegio sabiduría y dedicación para que el tiempo que los muchachos estén en la casa puedan nutrirse de este don de la Compañía, aprendiendo a armonizar las contradicciones que la vida les presenta y les presentará sin caer en reduccionismos, ganando en espíritu de discernimiento y libertad. Enseñar a abrazar los problemas y conflictos sin miedo; a manejar el disenso y la confrontación. Enseñar a develar todo tipo de discurso “correcto” pero reduccionista, es tarea crucial de quienes acompañan a sus hermanos en la formación.
El sacerdote tiene como misión la pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, es pasión por su pueblo. Es aprender a mirar donde él mira y a dejarnos conmover por lo mismo que él se conmueve: sentimientos entrañables por la vida de sus hermanos, especialmente de los pecadores y de todos los que andan abatidos y fatigados como ovejas sin pastor. Nunca acurrucarse en cobertizos personales o comunitarios que nos alejen de los nudos donde se escribe la historia.
El Papa de allí, recordó la canonización de san Óscar Romero, exalumno de este colegio y signo vivo de la fecundidad y santidad de la Iglesia Latinoamericana. Un hombre enraizado en la Palabra de Dios y en el corazón de su pueblo. Esta realidad nos permite tomar contacto con esa larga cadena de testigos en la que se nos invita a enraizarnos e inspirarnos cada día, especialmente en este tiempo que ustedes, dijo, están “fuera de casa”.
Seguidamente el papa recordó la difícil situación que vive el continente: la fragmentación cultural, la polarización del entramado social y la pérdida de raíces. Esto se agudiza, añadió, cuando se fomentan discursos que dividen y propagan distintos tipos de enfrentamientos y odios hacia quienes “no son de los nuestros”, inclusive importando modelos culturales que poco o nada tienen que ver con nuestra historia e identidad y que, lejos de mestizarse en nuevas síntesis como en el pasado, terminan desarraigando a nuestras culturas de sus más ricas y autóctonas tradiciones.
Y hacia allá van los jóvenes, tienen el riesgo de convertirse en ¡Nuevas generaciones desarraigadas y fragmentadas! La Iglesia no es ajena a la situación y está expuesta a esta tentación; sometida al mismo ambiente corre el riesgo de desorientarse al quedar presa de una u otra polarización o desarraigada si se olvida su vocación a ser tierra de encuentro. El Papa dijo además que en la Iglesia se sufre la invasión de las colonizaciones ideológicas. De ahí la importancia de este tiempo en Roma y especialmente en el Colegio: poder crear lazos y alianzas de amistad y fraternidad.
La Carta del Santo Padre fue leída esta mañana por el propio Federico Lombardi durante la inauguración del Simposio Internacional que tendrá lugar en la Universidad María Santissima Assunta de Roma del 15 al 16 de noviembre bajo el título: "Derechos fundamentales y conflictos entre derechos" y organizado en colaboración con la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.
El Papa Francisco, dirigiéndose a Lombardi, desea tanto a los organizadores, a los distinguidos oradores como a los participantes una “fructífera realización del trabajo” y espera que este Simposio de alto nivel académico que está a punto de celebrarse, inspirado en el pensamiento y el Magisterio de nuestro querido Papa Emérito, “pueda contribuir con coraje y profundidad a iluminar un problema esencial para la protección de la dignidad de la persona humana y su desarrollo integral”.
El Simposio está dedicado a los derechos fundamentales y los conflictos que se desarrollan entre ellos; temas sobre los que el Papa Benedicto XVI siempre ha intervenido “con autoridad en ellos como pensador y como pastor” - dice el Papa Francisco en su Carta - y gracias a ello, hace veinte años, la Universidad Lumsa de Roma le otorgó “el título honorario de jurisprudencia”.
El papa Francisco también recuerda en su Carta que se acerca el 70 aniversario de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas y por ello considera apropiado no solo “celebrar la memoria de ese evento histórico” – asegura – sino también “establecer una reflexión profunda sobre su implementación y sobre el desarrollo de la visión de los Derechos Humanos en el mundo actual”. En este contexto, Francisco además cree que es importante “verificar que, con el paso de los años, la interpretación de ciertos derechos ha cambiado progresivamente, a fin de incluir una multiplicidad de "nuevos derechos", a menudo en oposición entre sí", y esto – concluye – “abre una serie de problemas que involucran en profundidad la idea misma de la ley y sus fundamentos”.
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