Todas las misas a las que asistimos son basadas y guiadas por el misal romano, pero qué es? Cuándo surge? Porqué?  Tenemos que comenzar por comentar que en la vida de la Iglesia, siempre han surgido debates, cuestionamientos y cuando en la comunidad existe una duda grave, los obispos de todo el mundo se reúnen para definir cuestiones dogmáticas y unificar el criterio que todos los cristianos del mundo debe seguir. Es así que en el Concilio de Trento se definieron los lineamientos bajo los cuales debe celebrarse el Sacrificio Eucarístico en todo el mundo.

            Es así que el día 14 de julio de 1570, el Papa Pío V, promulga el Misal Romano que contiene el rito latino, mismo que ha sido revisado en posteriores concilios, con el objetivo de adecuarse a la realidad histórica de la Iglesia en el mundo. La más reciente revisión fue en el Concilio Vaticano II, con la Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium, que pone los fundamentos para la revisión  general del Misal Romano, estableciendo en primer lugar que los textos de los ritos se han de ordenar de manera que expresen claramente el significado que tienen las cosas santas, contemplando por supuesto que cada una de las partes de la misa tengan mutua conexión y de una manera accesible a los fieles, procure su piadosa y activa participación, fundándose en la Sagrada Escritura, a fin de que la Palabra de Dios sea conocida por todos y rinda frutos abundantes.

            Cabe señalar que la Iglesia Oriental tiene un ritual distinto en forma, ya que está adecuado a sus propias costumbres y tradiciones, pero el fondo es el mismo, la realización del Sacrificio Eucarístico.

            El misal romano es pues, un instrumento de unidad litúrgica y de culto religioso, que nos ayuda a los cristianos a testimoniar y confirmar la mutua unidad y que a pesar de las múltiples lenguas, costumbres y tradiciones de un país, a todos los cristianos del mundo nos unifica en occidente y oriente, haciendo una sola oración en el mundo que subirá a nuestro Padre, con la mediación del Sumo Sacerdote, Jesucristo y en la unidad del Espíritu Santo.