La santidad de San José ha sido una santidad callada, silenciosa, pero íntima en la relación y en la comunicación directa con Jesús y con María, nuestra devoción al santo patriarca se ha de caracterizar por el afán de imitarlo en esa intimidad.
Las relaciones entre el glorioso y bendito San Jose y su esposa virginal, La Inmaculada Virgen María, la intimidad de sus afectos y de sus conversaciones con ella, son un campo inexplorado.
La vida cristiana es vida de acción apostólica, pero esa acción apostólica debe brotar de la íntima y profunda comunicación con Dios, de la no interrumpida conversación con las tres divinas personas que habitan en nosotros por medio de la gracia.
_*La auténtica devoción a María nos lleva a la intimidad con Dios y nos lanza a la acción apostólica.*_
*P. Alfonso Milagros, cmf.*
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