El Documento Conclusivo elaborado por la Vicaría Episcopal de Movimientos Laicales contempla, después de llevado a cabo el Congreso de Laicos, el aspecto de pastoral en el que debemos poner más atención a partir de éste momento. Mucho trabajo ya se ha realizado, pero no se ha difundido adecuadamente en las vicarías para poder todos unidos, lograr un cambio en nuestras comunidades.
El aspecto que en conclusión se consideró más importante atender es el “Voluntariado y Solidaridad”. Explica el Documento Conclusivo que los seres humanos buscamos la felicidad y en esa búsqueda es necesario aprender a respetar las diferencias con nuestros hermanos para lograr una convivencia pacífica y solidaria. Al vivir en sociedad, debemos solidarizarnos ante las necesidades de los demás y de ésta manera logar integrarnos a la sociedad con respeto.
En nuestra sociedad, vivimos un aparente respeto a las diferencias, pero que en realidad nos lleva a una segregación mayor, a los grupos cerrados, creyendo que los que no pertenecen a nuestra ideología, están mal. Es importante abrirnos a otras realidades y pensamientos y respetarnos en nuestras diferencias. De esta manera es como podremos hacer un estudio de la realidad para conocer el pequeño mundo, la comunidad en la que vivimos para actuar efectivamente en los aspectos de mayor necesidad de nuestra entorno. En consecuencia, participar en nuestra sociedad, luchar por su mejora y comprometernos para hacer una sociedad más justa y más humana, respetando distintas ideologías y culturas, comprometiéndonos con los más sencillos y necesitados, que no siempre son los de menos recursos económicos. La solidaridad universal debe ser sin distinciones de ningún tipo. De esto se trata vivir en comunidad con fe, con una fe comprometida en y con la vida.
La fe es compromiso con los hermanos, a través de los cuales es como podemos ir a Dios, es la vía de acceso a Dios distinta de lo sagrado. De esta manera nos acercaremos a El, siendo una Iglesia samaritana, cercana a los crucificados. Debemos erradicar el sufrimiento de los más débiles, sufrimiento que en la mayoría de las ocasiones hunde su raíz en la desigualdad social y en la injusticia. El voluntariado social tiene un campo de trabajo muy amplio en éste sentido. La vida diaria es lugar y momento de encuentro con Dios haciendo lo que hacemos normalmente, pero bien hecho.
Para lograr éste cambio, es necesaria a su vez una acción transformadora, es decir, formarnos en la acción y para la acción. Mediante la acción, la persona realiza su papel en la naturaleza, en la construcción de la historia, en la propia transformación personal, respondiendo así a la llamada del Padre. No podemos acoger el Reino de Dios si no nos comprometemos primero a hacer una sociedad humana cada vez más justa, fraterna y solidaria. Ahí está el verdadero compromiso del creyente.
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