"El Verbo se encarnó" Jn1,14

Durante la Octava de Navidad es tiempo de descubrir el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. La liturgia de la Iglesia nos ayuda a profundizar, conocer y vivirlo.

La Octava de Navidad se prolonga hasta la Epifanía, pues no estamos festejando un cumpleaños, sino haciendo vivo el misterio de la Encarnación, por eso es que inicia con Navidad y concluye con la Epifanía, que es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo (CATIC 528). La Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos magos que son los representantes de religiones paganas de pueblos vecinos y que buscan en Israel al que será el rey de las naciones.

La Encarnación es el hecho de que el Hijo de Dios asume la naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación, éste es el distintivo de la fe cristiana, esa es la convicción de la Iglesia desde sus inicios.

Jesús no es parte hombre y parte Dios, ni una mezcla confusa de ambas naturalezas, sino que verdaderamente es hombre y verdaderamente Dios. Misterio que fue aclarado en el Concilio Ecuménico de Nicea, donde se confesó que el Hijo de Dios es engendrado y no creado, de la misma naturaleza que el Padre".

Pero". Porqué hizo esto ¡Para que conozcamos el amor de Dios! Para ser nuestro modelo de santidad, para hacernos partícipes de la naturaleza divina y esto es algo que no hemos querido comprender.

Santo Tomás de Aquino en el Oficio de la festividad del Corpus señalá que: Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos hijos "El Hijo Unig??nito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres"...

Te das cuenta de todo lo que tenemos que profundizar en ??ste tiempo? Somos hijos de Dios y por lo tanto, compartimos su propia naturaleza¡. La naturaleza divina!

Vivamos con alegría éste tiempo guiados por la liturgia para caminar en santidad conscientes de ese gran regalo que Dios nos ha dado...