La revelación es una palabra que continuamente escuchamos en temas y discusiones religiosas. Nos hace pensar en autoridad de una persona para hablar cosas de Dios. Esto es un gran error y es conveniente aclarar y comentar lo que el Magisterio de la Iglesia nos dice sobre la Revelación y las revelaciones privadas.

            Dios se revela y se da al hombre por su propia voluntad. De esta manera el hombre es como conoce con certeza a Dios, es decir, a partir de sus obras es como el hombre conoce a Dios. Dios revela su misterio en favor de todos los hombres enviando a su Hijo, Jesucristo y al Espíritu Santo.

            La Constitución Dogmática Dei Verbum dice que “Dispuso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina” Esto es, Dios quiere hacer a los hombres sus hijos adoptivos, los quiere hacer capaces de responderle, conocerle y amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas. Esta revelación se realiza mediante acciones y palabras, íntimamente ligadas entre sí, es decir, proclamación y milagros. Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo  y que culminará en la Persona y la misión del Verbo Encarnado, Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo. Por tanto, la Revelación ya fue dada por completo.

            Por otro lado, es conveniente aclarar que aunque la Revelación está dada y cerrada, no está completamente explicitada. Corresponde a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.  Los cristianos para poder vivir plenamente la Revelación, necesitamos entenderla, que nos sea explicada debidamente y por ello es que hago siempre tanto hincapié en el apego al Magisterio de la Iglesia y a la Sagrada Tradición para entender lo que Dios Palabra nos ha Revelado. La Revelación está contenida en la Sagrada Escritura, por tanto, no existe ninguna revelación fuera de ella.

            A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas privadas, algunas han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia, pero su función no es la de completar la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. El Espíritu Santo es quien nos da el discernimiento para acoger una revelación privada como auténtica llamada de Cristo o de sus santos a la Iglesia.

            Es sumamente importante señalar que la fe cristiana no puede aceptar revelaciones que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud, hacerlo terminaría por crear una nueva secta al margen de la Iglesia.